Hoy vengo a recomendaros otro corto de Pixar, como el de Knick Knack. Ya lo he visto muchas veces, pero aún me emociono al verlo como la primera vez. Se trata de Kitbull. La historia de un perro y un gato callejero.
De vez en cuando me gusta dar un paseo por la deep web de Youtube y buscar cortos animados. Unas veces encuentras videos muy turbios y otras veces son obras muy chulas. El caso de Kitbull es el segundo.
A pesar de lo que hemos evolucionado como personas, todavía solemos etiquetar, muchas veces sin darnos cuenta, a los demás. Los prejuicios siguen a la orden del día por mucho que queramos negarlo. En el reino animal es casi como una tradición, un ritual.
Kitbull refleja esos prejuicios, esas etiquetas. Nos transmite mediante fotogramas que debemos conocer a la persona antes de juzgar. Puede que a primera vista alguien nos parezca una mala persona, pero quizá sea todo lo contrario. Quizá actúe así porque está pasando por un mal momento.
Al mismo tiempo que analiza las etiquetas, también critica el maltrato animal. Cada vez que hay un perrete enfermo o en mal estado y la gente dice «¿para qué salvarlo si ya está casi muerto?» se me revuelven las tripas. Suele ser gente que no tiene animales domésticos quien dice esto, pues quien tiene o ha tenido alguna mascota, sabe que son como nuestros propios hijos de la misma sangre y somo capaces de sacrificarnos por ellos.
Os invito, quienes no lo conozcáis, a ver este corto animado. Y quienes ya lo conocíais, os invito a darle eco para que poco a poco el mensaje cale en la gente y que, con el pasar de los años, consigamos que las etiquetas caigan de una vez por su propio peso.