Las niñas estábamos enamoradas de Peter Pan o de Campanilla (Tinkerbell). Yo era el bicho raro que quería saber más del Capitán Garfio y estaba enamorada de Peter Pan adulto, es decir, Robin Williams. Me van mayores. ¿Qué le vamos a hacer?
Siempre he sido más de fijarme en personajes secundarios, en villanos o en la decoración. Los protagonistas solo me han interesado en el caso de sacarlos de su área de confort o si muestran la otra cara que no conocemos. Eso explicaría que me guste tanto la serie Érase una vez (Once Upon a Time).
En Hook vemos un Peter Pan que ha olvidado lo que es ser un niño perdido y, sobretodo, ya solo sabe hacer de adulto. Ha dejado esos días atrás. No recuerda la magia, a sus amigos, a Nunca Jamás. Por casualidades del destino, le dan una torta de realidad (se la pega literalmente) y ve que tiene que volver, que recordar los viejos tiempos y viejos amigos.
El motivo por el que prefiero esta película antes que la historia original adaptada en la animación de Disney es por su mensaje al final del camino. La versión de Disney nos dice que algún día nos tenemos que hacer mayores, y es verdad. Como contraparte, Hook nos dice que, aunque nos hagamos adultos, nunca debemos olvidar nuestro niño interior.
Cada vez que os digan «no te comportes tan infantil», «no deberías jugar. Eso es de niños», «compórtate como un adulto», «madura ya»… Tened en cuenta que todo tiene su momento. Está claro que si estáis en una reunión de trabajo, no podéis pararos a hacer pedorretas, pero si estáis con los amigos en el bar, ¿qué mas da? Hay que divertirse con los amigos y estar serio en momentos y sitios formales y ¿que los videojuegos son solo para niños y que los hace violentos? ¡Y un jamón! Nuestra libertad termina donde empieza la de otro. Nunca lo olvidéis.