Desde la tinta de los libros hasta la tinta de los tatuajes cuenta una historia. Esta es la mía.
Desde pequeña siempre me ha gustado una buena historia. He disfrutado de un buen libro, de un buen cuadro, de un buen tatuaje y de una buena obra de teatro. El arte nos puede transmitir un mensaje desde cualquiera de sus formas.
El mes pasado me ofrecieron ser la protagonista durante este fin de semana de una famosa galería de arte. Mi estilo es un poco extraño para lo que la gente está habituada. Suele tratarse de un fondo abstracto con alguna palabra que describa un sentimiento. Mi favorito es un fondo blanco con manchurrones de tinta descafeinados con un toque de agua compuestos de amarillo, azul y rojo. Con la palabra tinta escrita con las letras separadas y desordenadas a lo largo y ancho del lienzo.
La primera noche intentaron robar dicho cuadro, de entre todos los que había. Para ahorraros tiempo, os explico que lo querían porque según el autor del intento de robo escondía la clave para robar el diamante más cotizado del museo de arriba. Algo así como la clave para poder adquirirlo de forma rápida y limpia.
Por supuesto, confiscaron el cuadro. La policía quería investigarlo. Resulta que, casualmente, el orden de las letras correspondientes con los colores que tenían debajo coincidía con el código que desbloqueaba el sistema antirrobo del diamante.
¿Yo qué sabía que coincidía? ¿Y cómo los ladrones sabían que eso era así? ¿Quién había dado el soplo? Algo me estaba escondiendo el dueño de la galería de arte…
[…] largo día por delante en el que no podré pisar casa. Desde anoche en el momento que publiqué la última entrada, no dejo de pensar en lo que escribí. Y hoy en un cruce he visto un camión que ponía ELVIRA en […]