Hoy he ido a comprarme el desayuno, comida y merienda al supermercado porque hoy tengo un largo día por delante en el que no podré pisar casa. Desde anoche en el momento que publiqué la última entrada, no dejo de pensar en lo que escribí. Y hoy en un cruce he visto un camión que ponía ELVIRA en la parte alta de la cabina y me dio por reflexionar. Y ahora os voy a soltar la chapa a vosotros.
Siento que este reto que tengo en marcha ahora me está absorbiendo los sesos en varios sentidos. Sabía que después de tantos días seguidos escribiendo, no estaría tan fresca como el primer día, pero la verdad que me dejó plof lo que escribí anoche. Y eso que lo reescribí desde cero dos veces porque no me gustaba lo que tenía delante y cambiaba por completo la historia.
Mi idea con esto era ganar ideas, rellenar un poco La Bichateca que, al no tener ni un año está verde, pero quería llenarla con contenido con una calidad mínima. No borraré lo de ayer porque es parte del reto y no puedo cortar el proceso en dos, pero que sepáis que ganas no me faltan.
El principio me encantó y esa es la parte que conecta con el camión. Decía que hay diferentes formas de contar una historia mediante el arte y hay distintos tipos de arte. En la historia lo reflejé mediante el cuadro preferido de la protagonista que, si os paráis a analizarlo, tiene mucho de mí y os puede ayudar a entender mi cerebro mejor, ya de paso.
Y tras esta, para mí, breve introducción, os voy a hablar del camión. Siempre me ha resultado interesante que, al menos en España, los camiones siempre tengan un nombre o dos rotulados. El que he visto hoy, cuyo dueño conozco de vista y de lo que habla la gente, ponía Elvira. Lo primero que he pensado es que se trataba de la mujer, lo cual desconozco si es así. También podría ser una hija.
Esto lo podemos ver incluso en turismos. Pocas veces, pero también está presente. A raíz de esto, me he acordado de un primo segundo mío que es camionero. Se pasa todo el día arriba del camión y hay veces que durante una semana no pisa su casa para nada y trabaja sobretodo de noche. Tiene que haber algún motivo para poner un nombre en el camión. Quizás sea para recordar por qué estás ahí, para recordar un ser querido que ya no está o para recordar a quién odias. Todo es posible. Igual que los nombres de los barcos.
En definitiva, en ocasiones una palabra cuenta más que todo un libro y la historia real puede que solo la conozca quien la eligió. Como bien es sabido, cuando te pasas todo el día al volante y, como dice la gente, ves mundo, vives muchas experiencias distintas. Un vehículo es como una casa. Si hablara, te contaría mil y una historias. En cambio, yo estoy con bloqueo sin saber qué escribir hoy con la palabra hueso por haber estado todo el mes de abril escribiendo a diario… Pocas veces me veréis repetir retos que exigen tanto. Eso lo tengo muy claro. (・∀・)
Por último, quiero recomendaros una trilogía (el enlace es del primer libro y la imagen es de la película con la que la adaptaron al cine) que, sinceramente, no me he leído los libros, pero sí he visto la película un millón de veces y suele ser mejor el libro que la película, así que… Guiño, guiño. Quería escribir algo como eso ayer, pero no me salía nada que no fuera calcado a su historia.
[…] con las reflexiones. Hoy no hay historia. Básicamente, no se me ocurre nada interesante. Buscando sobre qué hablar […]