Quería aprender a ser una bruja. A mis 12 años ya es momento de madurar. Hay que empezar a darlo todo y empezar mi verdadero camino. Yo, Temperance (Sara para los adultos), declaro el día de hoy mi renacimiento.
Cuando uno crece, se va de casa según dice mi madre. Por tanto, mi primer paso es ese. Pero necesito un medio de transporte. Debo valerme por mí misma, así que lo conseguiré con la magia. Así practico.
Me voy a llevar una cebolla para tener un coche (eso me lo enseñó la televisión), un bote de tomate para convertirlo en un barquito y bolsas de papas y galletas. Esto último es para alimentarme yo sola, claro. Mi plan estaba más que estudiado. Mañana al llegar el alba partiría hacia un nuevo amanecer. Ser mayor me hace poeta.
A la primera no me salieron los hechizos, pero a la tercera sí pude hacerlo y llegué hasta Tabarca, que puede parecer que no me haya ido lejos, pero para mí sí lo es. Me busqué un buen lugar para montar mi casa, organizar mis provisiones y me fabriqué muebles. Con ayuda de mi abracadabra, por supuesto. Todo un día tardé en terminar de organizarme.
Al día siguiente, cuando me desperté estaba sobre un barco pirata. ¿Cuándo me habían secuestrado? Estaba maniatada, pero la mordaza de la boca estaba floja. Aproveché para hacer el conjuro para desatarme y les advertí que tuvieran mucho cuidado. Que yo era muy peligrosa. Pedí que me llevaran hasta el capitán para que me dieran explicaciones y una compensación.
Me llevaron al camarote sin rechistar. Me arrepentí de haber entrado en el instante en que se dio la vuelta. ¡Era mi madre! ¿Qué hacía ella aquí?
-Cariño, despierta. Tu padre ya ha llegado y te está esperando para iros a pescar.
Me quedé atónita. Parecía muy real lo que me decía, pero yo estoy en un barco pirata. Tras una sacudida, me di un golpe en la cabeza y al despertar estaba sobre mi cama con mis padres al lado sonriendo. Todo era un sueño. ¿Había perdido mis poderes? Leo demasiado a Kika Superbruja.