Nuestro poblado estaba nevado casi todo el año. No vivíamos en iglús, pero poco faltaba para necesitarlo. Estábamos muy cómodos en nuestras casas construidas con ladrillos con protección a la humedad.
Teníamos mis amigos y yo nuestro escondite secreto. Era una cueva llena de hielo que manteníamos limpia de estalactitas y estalagmitas para que no fuera peligrosa. Como continuamente se iba engordando la capa de hielo de la pared, lo usábamos de pizarra para nuestros garabatos y quitábamos el exceso cuando no quedaba hueco para escribir.
Un día fui sola, vi un mensaje en la pared que decía «el día del deshielo llegará ella». Según los cálculos de los expertos, descansaremos de la nieve en dos semanas. Pregunté a mis amigos sobre el origen y el autor del mensaje, pero nadie sabía nada.
Al terminar el plazo y decir adiós a la nieve, llegó una mujer a al ciudad. Guapa e imponente, nunca cesó su marcha. Según iba avanzando su marcha, seria y fría como un témpano, me iba recorriendo un escalofrío que no me permitía moverme.
Tal como decía la nota, mi hermana mayor ha llegado a la ciudad y con cara de pocos amigos, por cierto. Pensábamos que había muerto en un accidente, pero estaba claro que no era así. Solo espero que no recuerde que yo fui quien lo provocó.
Continuará
[…] Bipa y Aer, junto a otros personajes secundarios. Viven en una ciudad que nieva todo el año –¿os suena?-. Se rumorea que fuera de la linde vivía la emperatriz de los Etéreos que prometía la vida […]