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Vivía con mis padres en una casa de campo en una montaña muy hermosa con buenas vistas y praderas enormes. Teníamos un granero y diferentes animales. Vivíamos de lo que ellos nos daban para comer y beber y del dinero que ganábamos al venderlos. No teníamos mucho dinero, pero tampoco necesitábamos grandes lujos para vivir.

Una tarde que fui a ver las gallinas que tenemos vi que una de ellos había tenido pollitos. Imagino que papá quería renovar las gallinas o tener aún más huevos que antes. Uno de los pollitos estaba herido.

Decidí cuidarlo en secreto porque cuando estaban heridos mi padre los mataba porque solo quería tener animales sanos. Al fin y al cabo, para él los animales solo eran una fuente de ingresos y no tenía tiempo que perder en cuidar de animales enfermos.

Tras un par de semanas ya se encontraba bastante mejor. Mi padre desconocía todavía la existencia de dicho pollito. Lo tenía más que controlado para que papá no lo encontrara y descubriera la verdad, a pesar de estar ya casi del todo recuperado.

Al cabo de unos meses el pollito ya se había convertido en un señor gallo con unas plumas preciosas con colores vibrantes y un brillo que dejaba a los demás en la sombra. Ese fue el momento de la despedida.

Conseguí engañar a mi padre y hacerle pensar que ese gallo me lo había encontrado por los alrededores merodeando por nuestra casa y que no parecía tener dueño, pue nadie lo había reclamado como suyo. Así que le pedí que nos lo quedáramos y aceptó. ¿Cómo iba a rechazar algo gratis? Por supuesto, el gallo se convirtió en mi mejor amigo de la granja.

Laura. La Bichateca

Redactora y creadora de la bichateca.es // Soy fan de la fantasía y la ciencia ficción. También me pierde una buena historia con suspense y/o vísceras. Veterana de las aventuras gráficas y las plataformas, pero una cagá para los juegos de terror.

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